El Renacimiento: Un nuevo orden político y artístico
¡Hola amigos y amigas! Hoy vamos a hablar del Renacimiento, un período de la historia de la música que no solo trajo un nuevo orden político, sino también una revolución artística que cambió el juego.
Durante el siglo XVI, bajo la influencia de Josquin des Prés, la polifonía y el contrapunto alcanzaron su punto más alto. Pero estos artistas querían más, querían volver a los principios de la Antigüedad, buscando en ella las reglas de la perfección y reviviendo su paganismo, sensualidad, realismo y color. ¡Qué rebelde!
Pero este nuevo estado de ánimo no solo afectó el arte visual, sino también la música. Los músicos querían romper con los moldes de la polifonía francoflamenca y dar un acento más humano a sus composiciones. El texto adquirió una mayor importancia y se tradujo por medio de la música, valorando su belleza, finura y profundidad.
Los viejos géneros como el motete, la balada y el rondó ya no eran suficientes, ¡querían algo nuevo y fresco! Y así surgieron el arte dramático en Italia y Francia y el nacimiento de un arte instrumental original. ¡Wooohoo!
Podemos decir que el Renacimiento fue una época súper emocionante para la música. Cambió para siempre la polifonía vocal en todos los países occidentales y dio lugar a géneros que florecieron en el siglo siguiente. ¡Qué época más interesante!
El surgimiento de nuevas formas musicales en la época del Renacimiento
Ya sabemos que en el Renacimiento había una necesidad de innovación en la música, así que para darle un giro de 180 grados a los esquemas musicales y volver a los principios de la Antigüedad, surgieron unas formas musicales nuevas y frescas que ¡se volvieron todo un éxito en diferentes países!
Empecemos por Italia, donde la frottola era la reina de las canciones para danza y se escribía para cuatro voces con una melodía en la parte superior y armonías un poco rudas. ¡Pero no te preocupes! De la frottola nacieron otras formas como el strombotto, la canzonetta, la villanella y los ballets.
Pero si de formas libres y de factura increíble se trata, el madrigal del siglo XVI se lleva el premio gordo. Nació de la frottola y se aplicó a todo tipo de textos, evolucionando rápidamente hacia la música descriptiva, dramática y simbólica. ¡Este tipo de música podía expresar cualquier cosa! Desde el amor hasta la muerte, el madrigal podía hacerlo todo y más.
¡Pero espera, que también tenemos música francesa! La canción francesa se caracterizaba por la elegancia de su contrapunto, su ritmo alerta y su espontaneidad. Podía presentar formas múltiples y expresar todo tipo de sentimientos, acercándose al madrigal en su capacidad para franquear el camino hacia la música descriptiva.
Y si de ritmos originales y gran popularidad hablamos, ¡no podemos olvidarnos de los villancicos españoles! Estos villancicos, que surgieron en la danza, se componían como canciones silábicas o polimelódicas con estribillo. ¡Eran un hitazo en toda España!
En resumen, estas nuevas formas musicales surgidas en el Renacimiento reflejan la renovación de la música en toda Europa. ¡Así que, siéntete libre de bailar y cantar al ritmo de la frottola, el madrigal, la canción francesa y los villancicos españoles!
La relación entre la música vocal y los instrumentos en el siglo XV
Al principio, la música vocal y los instrumentos eran como uña y carne; ¡se complementaban a la perfección! Los instrumentos duplicaban o reemplazaban a una voz, interpretaban el tenor o acompañaban un motete. ¡Todo sonaba hermoso! Pero, conforme la música a capella fue perfeccionándose, los coros se fueron volviendo cada vez más independientes y ya no necesitaban tanto el apoyo de los instrumentos. ¡El motete de O. de Lassus o el de Palestrina no requerían del uso del órgano, por ejemplo!
Pero no todo fue tristeza y lágrimas para los instrumentos, porque en Italia, España y Flandes, el laúd comenzó a ganar importancia como instrumento. A pesar de que no se adaptaba al contrapunto de cuatro voces, se desarrolló una música instrumental alrededor del laúd que adquirió un lugar destacado en la vida musical. ¡Y no solo eso, amigos! También surgieron la espineta, el clavecín, el órgano, los metales, los violines y ¡la guitarra! ¡Un auténtico arsenal musical que dejó de ser considerado como parientes pobres de la música!
Gracias a la adaptación de la literatura musical a las posibilidades de cada uno de estos instrumentos, se contribuyó a la expansión del ámbito de la música. ¡Todo sonaba diferente, pero maravilloso! Así que ya lo saben, amigos, ¡los instrumentos y la música vocal se llevaron como agua y aceite durante un tiempo, pero después se reconciliaron y formaron una gran familia musical!
Los dos polos del renacimiento musical: escuela francoflamenca e italiana
Si bien es cierto que el Renacimiento fue una época de renovación y creatividad en muchos aspectos, la música no fue la excepción. En esta época, podemos identificar dos polos importantes: la escuela francoflamenca y la italiana.
Durante el siglo XV, la escuela francoflamenca lideró el camino con grandes artistas como H. Isaak, O. de Lassus, Willaert y Ph. de Monte. Estos músicos se encargaron de difundir las nuevas formas en Austria, Alemania, Francia e Italia, convirtiéndose en una influencia clave en el desarrollo de la música en Europa.
Pero no se duerman en sus laureles, porque en el siglo XVI, la escuela italiana (romana y veneciana) se destacó y se impuso, sacando al país del letargo en el que se encontraba. A través de sus grandes artistas como Palestrina, Monteverdi, Gabrieli y Corelli, la escuela italiana se caracterizó por su énfasis en la melodía y la armonía, lo que le permitió conquistar los corazones de muchos.
Ambas escuelas, francoflamenca e italiana, fueron estudiadas en relación al movimiento cristiano y pagano de la época. Y no solo eso, dieron lugar al surgimiento de nuevas escuelas nacionales como la alemana, española e inglesa, lo que demuestra el impacto y la influencia que tuvieron en la música de toda Europa.
Cabe destacar que en esta época, los dominios profanos y religiosos a menudo se encontraban en proximidad o se superponían. La música era una herramienta poderosa para expresar todo tipo de sentimientos, tanto sagrados como profanos. Así que no se sorprendan si encuentran similitudes entre una canción de amor y un himno religioso en la música del Renacimiento. ¡La creatividad no tenía límites!
El movimiento cristiano y místico en la música del Renacimiento
La figura de Palestrina en la escuela italiana de música del siglo XVI
Si queremos hablar de la escuela italiana, tenemos que empezar por Giovanni Pierluigi da Palestrina, el rey del polifónico límpido y puro. Este hombre compuso más de 100 misas y 600 motetes, ¡no es poca cosa! Además, su música religiosa era inteligible para los oyentes, lo que lo convierte en un clásico indiscutible.
Palestrina no estaba solo en la escuela italiana. Su discípulo Nanino, junto con G. Allegri y M. A. Ingegneri, fundaron la escuela romana, donde anticiparon a los maestros de la escuela veneciana con sus obras de Semana Santa y madrigales.
Ahora, ¡hablemos de la escuela veneciana! Representada por A. Willaert, estos chicos eran pioneros en el uso del doble coro y la armonía modulante. Luego, continuaron su obra Andrea Gabrieli y su sobrino Giovanni Gabrieli, quienes perfeccionaron el género del motete religioso para dos coros. ¡Era un verdadero festival de voces e instrumentos!
Los compositores venecianos hablaban un lenguaje colorido y empleaban un estilo amplio y decorativo. No contentos con eso, buscaban el brillo y la grandiosidad en sus Madrigales, Sacrae Cantiones, misas y salmos. ¡Estos venecianos sabían cómo hacer vibrar el alma!
La escuela francoflamenca: un movimiento musical internacional en el siglo XVI
¡Amantes de la música, atención! Les hablaré sobre la escuela francoflamenca del siglo XVI, ¡y es que esta gente la rompía! Orlando de Lasso, oriundo de Mons en Hainaut, era un trotamundos que se estableció en la corte del duque de Baviera en Munich en 1556. Aunque era conocido por sus motetes religiosos, su música también incluía canciones, madrigales y misas. Al igual que otros genios de la época, como Machault, Dufay y Josquin, Lasso era un «internacional». Y no, no me refiero a que era un agente secreto, sino que su música se encontraba por toda Europa. Su habilidad para usar los procedimientos del madrigal italiano y el cromatismo eran constantes elementos de color en su obra.
Otro músico destacado de la escuela francoflamenca fue Philippe de Monte, quien fue maestro de capilla del emperador en Viena. Su música incluye 38 misas, 318 motetes de 4 a 6 voces y madrigales. De Monte combinó las reglas inflexibles del contrapunto con la gracia y el sabor del madrigal, lo que creó un arte sutil y de sorprendente variedad. ¡Esta gente sabía lo que hacía! La escuela francoflamenca dejó un legado significativo en la música religiosa y en el desarrollo del contrapunto. ¡Bravo por ellos!
La Escuela Española: el sello distintivo del color, ardor y pasión en la música polifónica.
Si buscas música polifónica que te haga sentir como si estuvieras en una fiesta española, ¡estás en el lugar correcto! Los maestros de esta escuela, como Guerrero, Robledo, Heredia, Flecha, Vila, Brudieu y Pérez, tomaron inspiración de los grandes de la escuela francoflamenca y la italiana, pero les pusieron su propio sabor español.
Nicolás Gombert, quien fue discípulo de Josquin, deslumbró con sus motetes y misas en Madrid como maestro de capilla de Carlos V. El andaluz Cristóbal Morales, que había trabajado en la capilla papal en Roma, creó obras llenas de pasión y emoción en sus misas, motetes y Magnificat.
Pero, si quieres sentir la verdadera fuerza de la escuela española, tienes que escuchar a Tomás Luis de Victoria. Este maestro del misticismo, ascetismo y realismo, no te va a dejar indiferente. A diferencia de Palestrina, que te tranquiliza, Victoria te conmueve con su canto a la gloria de un Dios sufrido. Cada una de sus misas, motetes, himnos y Pasiones es un drama con una intención única.
Los desafíos de la polifonía en la Reforma alemana
¡Amantes de la polifonía, prepárense para un recorrido por la Reforma alemana y sus desafíos musicales! Mientras la música coral italiana y francesa estaba en pleno auge, la polifonía alemana era como un principiante con su contrapunto rudimentario y armonías rígidas. Pero no todo estaba perdido, algunos compositores como Hans Finck y Jacobus Gallus, entre otros, lograron destacarse en la polifonía religiosa y profana, dejando obras suaves y grandiosas. ¡Incluso Lutero, sí, el mismísimo Lutero, tuvo su papel en la música! Fue él quien cultivó el canto de la Asamblea, y Johann Walther creó los lieder populares que se convirtieron en la base de toda la música alemana. Los corales y motetes de polifonía clásica de compositores como Bodenschätz, Calvisius, Gesius y M. Praetorius también tuvieron su lugar en la música luterana. ¡Pero espera, hay más! En Francia, la Iglesia reformada recomendaba el canto al unísono, pero Claude Goudimel y Claude Le Jeune fueron dos compositores que lograron armonizar los cantos populares y los salmos con gran éxito. ¡Así que nunca subestimen a los novatos en la polifonía!
El órgano en Europa entre los siglos XIV y XVI
¡Escuchen, escuchen! Para finiquitar este apartado, hablaremos sobre el instrumento más grandioso y majestuoso de todos: ¡el órgano! En la Edad Media, este instrumento de viento ya había conquistado el corazón de muchos en Europa, pero fue durante los siglos XIV al XVI que el órgano alcanzó su máximo esplendor. ¡Imaginen, amigos míos, órganos con cinco teclados manuales, 54 notas, 32 toques en el pedal y 50-60 juegos! ¡Eso es lo que llamamos un verdadero gigante musical!
La escuela alemana se convirtió en la más influyente en la música de órgano de la época, produciendo genios como Conrad Paumann, quien, a pesar de ser ciego, transcribió para órgano motetes, lieder, cantos religiosos y danzas que había recogido en sus viajes por Alemania e Italia. Otros grandes compositores alemanes incluyen a A. Schilick, quien escribió piezas en cuatro partes sobre temas gregorianos, y P. Hofhaimer, quien fue el artista alemán más aclamado de su tiempo.
En Francia, la música de órgano se centró en transcripciones adornadas de motetes polifónicos, mientras que en Italia, la ciudad de Venecia se convirtió en el epicentro de una escuela floreciente de organistas. ¿Y quiénes son los grandes maestros de esta escuela? ¡El flamenco J. Buus, A. Willaert y los hermanos Gabrieli, Andrea y Giovanni! Ellos fueron los que fijaron las formas del ricercare y la toccata, entre otras piezas originales. Y no olvidemos a Claudio Merulo y Girolamo Diruta, quienes también dejaron su huella en la historia del órgano en Italia. ¡Un verdadero despliegue de creatividad y virtuosismo en el órgano europeo de los siglos XIV al XVI!
La música profana
La música del siglo XVI: dos caras de una misma moneda.
¡Bienvenidos, amigos, a la música del siglo XVI, donde las cosas se pusieron interesantes! En esta época, la música de Occidente tuvo dos caras muy diferentes, como si fueran dos hermanos que crecieron en diferentes entornos. Por un lado, teníamos a los cristianos místicos, que venían del ars nova y eran liderados por figuras como Palestrina, Lassus, los Gabrieli, Hassler, Goudimel, Cabezón y Cavazzoni. Estos tipos eran serios como el jurado de un concurso de piano, y se dedicaron a componer música religiosa y espiritual que tocaba los corazones de los fieles.
Por otro lado, teníamos a los chicos malos del barrio: los creadores de la frottola, el madrigal italiano y la canción francesa, quienes se inspiraban en las fuentes de la Antigüedad y hacían música profana y neopagana que no tenía nada que ver con el tronco gregoriano. Estos tipos eran como los rockeros del siglo XVI, haciendo música que ponía de cabeza a los puritanos. Así que ahí lo tienen, dos caras de una misma moneda: la música sacra y la música profana, cada una con su propio estilo y su propia personalidad.
La frottola y la influencia italiana en el madrigal europeo del siglo XVI
¡En la historia de la música italiana del siglo XVI, la frottola es el aire que se respira! Y no estamos hablando de un plato de pasta, sino de un género musical jovial y pegajoso que cautivó a Marco Cara y Bartolomeo Tromboncino. La frottola se expandió gracias a Ottaviano dei Petrucci, el primer editor de música veneciano. Pero luego llegó Willaert, el flamenco que se enamoró de la frottola y la transformó en madrigal. ¿Y qué es un madrigal? Es un pequeño cuadro musical donde las palabras e intenciones del poema se resaltan con armonías sutiles que afectan el ritmo y la distribución de las voces. Es un género musical poético y expresivo que cautivó a la escuela francoflamenca liderada por Willaert, Verdelot, Barré, y Arcadelt.
Pero, ¿quién sobresalió en el arte madrigalesco? ¡Hay tantos nombres! Marenzio es el pintor del amor, Gesualdo es el príncipe del cromatismo y Monteverdi es el maestro del drama y la orquesta. Sus madrigales son la obra maestra de su género, donde la música traduce los menores matices del texto con acordes disonantes y consonantes que ayudan a desarrollar la melodía con cálidos colores. ¡Qué genios! ¡Qué imaginación, color y patetismo! Estos músicos dejaron una marca indeleble en el siglo XVI y anunciaron una nueva era musical. ¡Bravo!
La escuela inglesa y alemana
¡Hablemos de la escuela inglesa y alemana del siglo XVI!
En Inglaterra, los compositores eran unos locos del madrigal. Tomaban canciones populares con chistes ingeniosos y creaban obras polifónicas con ellas. Y no me refiero a las canciones aburridas que te canta tu abuela en el cumpleaños, ¡sino a unas que harían que Shakespeare se orinara de la risa! William Byrd era el rey de las canciones pastorales y madrigales con suaves y encantadoras melodías. J. Dowland, por su parte, les ponía música con su laúd y lograba que todo el mundo las tarareara por toda Europa. Otros músicos notables incluyen a P. Philips, los Gibbons (especialmente Orlando, quien además de ser músico, fue organista de Westminster), Thomas Morley, J. Wilbye, Weelkes y Ward. Su música experimentó una evolución desde el madrigal melancólico hasta el virtuosismo descriptivo.
En Alemania, también se pusieron a la onda del madrigal italiano, que habían importado durante la segunda mitad del siglo XVI gracias a A. Scandelli. ¿Y qué hicieron? ¡Practicarlo, por supuesto! Los alemanes J. Eccard y H. Leo Hassler eran unos verdaderos maestros en este género musical y dejaron su huella en la historia de la música.
La escuela española
Retomamos a la escuela española y sus ritmos cadenciosos. Durante los siglos XV y XVI, la música popular española dominó sobre la polifonía clásica, ¡así es! La música popular de aquellos tiempos se caracterizaba por sus aires de danza y melodías coloreadas. Los compositores de la época, como Juan de la Encina y Francisco Guerrero, fueron expertos en la creación de villancicos y romances con una medida de 6/8 y armonías silábicas similares a las canciones francesas e italianas, ¡muy internacional! Pero a pesar de esto, siempre mantuvieron el distintivo genio español en sus obras, ¡como debe ser!
La escuela francoflamenca
Durante el siglo XVI, los impresores franceses como Pierre Attaingnant y Adrien Le Roy comenzaron a imprimar canciones francesas como churros. Y gracias a su trabajo, surgieron compositores como Claudin de Sermisy, Clément Janequin, y Orlando de Lassus, quienes se destacaron por crear canciones con polifonías más ligeras y alegres, dejando atrás la austeridad del siglo XV.
Pero eso no es todo, la Academia de música y poesía, fundada en 1570 por Antoine Baif, promovió la creación de «música medida» original, ¿qué es eso? Pues, música creada siguiendo medidas y procedimientos de polifonía más flexibles y elegantes. Y el más destacado en esto fue Claude Le Jeune, quien dominó todos los géneros y creó música con un estilo armónico único y ritmos libres. ¡Increíble!
En definitiva, la escuela francoflamenca no solo revolucionó la música francesa, sino que también nos brindó composiciones alegres y ligeras que todavía hoy en día son un placer para nuestros oídos.
La música instrumental profana en el siglo XVI
Y para terminar por todo lo alto, agárrense bien los instrumentos, que esto va a ser una montaña rusa musical.
El laúd, el instrumento más popular después del órgano y la guitarra, fue el rey en la música instrumental del siglo XVI. Aunque no sabemos muy bien de dónde salió, se cree que los árabes lo trajeron a España, donde se desarrolló la vihuela, una versión de seis a siete cuerdas. ¡Pero cuidado! El pentagrama utilizado para el laúd variaba según cada país europeo, lo que hacía que descifrar esta música secreta fuera como una misión imposible.
Los laudistas del siglo XVI eran unos cracks en transcribir canciones y motetes para su instrumento, lo que abrió el camino a la armonía vertical y al lenguaje musical moderno. A menudo añadían adornos y trinos a la melodía, demostrando su virtuosismo al máximo. ¡Qué nivel! Entre los laudistas más destacados, encontramos a Fr. de Milano y J. A. Dalza en Italia, Luis Milán y Narváez en España, Albert de Ripe en Francia, A. Schlick y Hans Gerle en Alemania, y E. Adriansen en Flandes.
¡Pero eso no es todo, señores y señoras! También tuvimos la música instrumental del teclado, con los virginalistas ingleses William Byrd y John Bull, que se destacaron por sus variaciones sobre aires populares para el clavicímbano. Estas obras se caracterizan por su estilo libre y descriptivo, ¡y son consideradas como el origen de toda la técnica pianística!
Por último, pero no menos importante, los instrumentos de viento como la trompeta, el trombón, el oboe, el fagot y el bajón también se usaron mucho en Italia y Francia. Así que ya saben, si quieren impresionar en la próxima reunión de amigos, saquen sus laúdes, sus clavicímbanos y sus instrumentos de viento. ¡La música instrumental del siglo XVI es para valientes!